Muchos
de los vinculados a la literatura en el sur del continente, hemos sido testigos
del periplo del escritor colombiano Eduardo Bechara en su labor épica de
catalogar poetas, también hemos escuchado sobre la inquietante historia de que
tiene un doble en Argentina. Llegaron a mis manos, en un sobre anónimo, varias
cartas que dan luces sobre el particular. Como buen escritor de ficción tengo
un compromiso con la verdad y creo que es imperioso que sean hechas públicas.
Transilvania 12 agosto de 2013
Recuerdo que me
advertiste que esto podría pasar y debo reconocer que tenías razón, el proyecto
Eduardo Bechara está fuera de control. Pero a pesar de este tropiezo mi afán científico
sigue intacto y creo que tarde o temprano la clonación humana será una
herramienta cotidiana en nuestro devenir, que los avances que conlleva esta
tecnología permitirán sanar enfermedades, abordar problemas sociales y será la
manera en que podamos viajar al espacio a colonizar nuevos planetas cuando el
nuestro deje de ser habitable. De todo esto debatimos durante varios días
cuando hicimos el doctorado en Perú en los noventa, debes recordarlo imagino,
cuando probamos la Ayahuasca. Pero no quiero detenerme en divagaciones teóricas
y quiero contarte en detalle lo ocurrido y solicitar tu ayuda. Como estabas al
tanto, nos decidimos por una clonación híbrida, incluimos genes croatas, libaneses,
checoslovacos, sumerios y de la remota provincia rusa de Lejanistán. Recuerdo
cuando opinaste que tanta mezcla genética traería problemas y que tú no eras
partidario de la mezcla racial y te inclinabas más bien por clonar un individuo
puro, de raza aria. Pero en el mercado negro los genes que usamos estaban más
baratos. Hasta aquí estabas informado.
Conseguimos la
ayuda y el financiamiento generoso del Instituto Dunkelkammergenbankgeschlechtshormonablieferungmitwirkunjezausarbeitung de Alemania, con
gran experiencia en hormonas de crecimiento para el deporte. Logramos reducir
la etapa de niñez y juventud de los sujetos, y obtuvimos un Eduardo Bechara adulto
en sólo dieciocho meses. En total clonamos treinta y tres Eduardos Bechara. Lo
primero que llamó la atención del equipo de sicólogos fue que treinta de los
sujetos manifestaran un desmedido interés por la poesía, dos de ellos
presentaron una habilidad sobre el promedio para los crucigramas y el sudoku, y
uno de ellos una habilidad proverbial para el tejido a crochet. El equipo
todavía no se pone de acuerdo respecto a las causas de esta anomalía, se ha
planteado que la mezcla genética pueda ser la causa, también se ha sugerido que,
ya que por falta de espacio la etapa de incubación se desarrolló en la
biblioteca, esto podría haber influido en el desarrollo de los sujetos. El caso
es que los Eduardo Becharas adultos recuperaron su ritmo normal de crecimiento,
y del laboratorio fueron trasladados al jardín por extensos periodos para que
se conectaran con el mundo y también porque el personal ya no los aguantaba. Comprenderás
lo rompebolas que puede ser tener a treinta sujetos recitando poesía todo el
día. El problema fue que tres de los Eduardos Becharas huyeron, sólo nos dimos
cuenta en el conteo de la noche, pero ya era tarde. Eso pasó hace varios meses
y recién hace poco hemos detectado dos de ellos en Latinoamerica, ambos
vinculados a actividades literarias.
Por ahora no
podemos mandar a los muchachos para que sean eliminados o reciclados, pues
tienen cierta notoriedad pública y queremos evitar cualquier tipo de publicidad.
La colaboración que te pido es que nos puedas informar en detalle de sus
actividades, uno de los Eduardos Bechara, o los dos, no estamos seguros, se
encuentran recorriendo Chile con el intrincado y cándido proyecto de recopilar
poetas. Debemos intentar contenerlos y mantener un detallado registro de sus
actividades. Para tu información todos los Eduardos Bechara tienen un grado de
amnesia selectiva, no recuerdan que son de probeta, consideran casualidad
encontrar otro Eduardo Bechara en la vida, y se han inventado una biografía con
forma de curriculum literario. Los Eduardo Bechara duermen en un ataúd, que
acarrean de ciudad en ciudad (costumbre tradicional adquirida acá en
Transilvania), y tienen hábitos crepusculares y nocturnos.
Comprenderás que
este asunto debe mantenerse bajo estricta reserva, debido a sus implicancias
legales y éticas. Espero encarecidamente que me hagas llegar tus informes.
Te mando un
fuerte abrazo y algunos euros para tus gastos
Temuco, 17 de
septiembre de 2013
No puedo decir
que me alegro al recibir tus noticias porque son, de verdad, desastrosas. Ya te
decía yo que había que tener cuidado, mucho cuidado, con el experimento, pero
tú eres terco como una mula. Por eso decidí retirarme. Ahora, en tu
desesperación, vienes a pedirme ayuda, confiado en nuestra inquebrantable y
vieja amistad, pero ya es tarde. Y no es falta de voluntad, Yuri, es que de
verdad ya es tarde y te resumiré por qué. En la última quincena ya me he
encontrado con tres tipos que notebook en la mano y sombrero en la cabeza,
entrevistaban a muchachos y muchachas que les agitaban ante sus narices
cuadernos y cuadernillos garrapateados con lo que ellos llamaban poemas.
¡Tres! Y los tres decían llamarse
Eduardo Bechara. Y no me los encontré aquí en Temuco. A uno lo vi en
Concepción, en una Feria del Libro, al otro en Santiago, en un encuentro de
escritores, y al tercero en Chimbarongo, donde tuve que ir a buscar un sillón
de mimbre por encargo de una vecina. De inmediato sospeché que el proyecto se te
había escapado de las manos y la carta tuya viene a confirmármelo. ¿No te das
cuenta del peligro que se cierne sobre la humanidad? Si al menos hubieras
clonado ingenieros o médicos, que bastante se necesitan, pero no. ¡Tenían que
ser poetas! Ya no se podrá salir a la calle sin que una lluvia de metáforas te
caiga en la cabeza y un soneto mal construido te haga una zancadilla.
Tú dices que fueron tres los que se
escaparon y yo ya vi tres. No puede ser que me haya tocado la suerte (mala) de
habérmelos encontrado yo a todos. Creo, más bien, que algún otro error han
cometido ustedes, lo que no me extrañaría para nada. Puede que hayan contado
mal o puede que los Bechara se estén multiplicando solos. En ese caso muy luego
va a haber más Becharas que chinos en este planeta y no van a estar cocinando
chapsui precisamente. ¡Van a estar perpetrando poemas a diestra y siniestra!
Me pides colaboración y dices que me
envías algunos euros. Algunos. No llegó nada, nada, aunque revisé el sobre por
todos lados. No me extraña porque tu exagerada austeridad (por no decir
tacañería) fue otro de los motivos que me hizo abandonar el proyecto.
Si quieres que te ayude vas a tener
que desembolsar algo más que unos pocos euros porque la tarea será titánica.
Perseguir Becharas por todo el continente es una tarea ardua y costosa. Ponte
una mano en el corazón y otra en el bolsillo y entonces conversamos seriamente.
Abrazos
Guido
Eythelinovic
Islas Vírgenes, 30 de septiembre de 2013
Querido y
recordado Guido:
De lo que se trata ahora, estimado
Guido, es evitar de cualquier forma posible que se sepa que hay más de dos o
tres Eduardo Becharas, lo que se puede explicar por una coincidencia simpática,
pero más de treinta Eduardos Becharas, sólo dejarían en evidencia nuestro
proyecto. Por lo demás, debes recordar que durante el tiempo que trabajaste con
nosotros firmaste como representante legal y ello todavía no ha sido revocado. Respecto
a tus gastos, te habíamos enviado algo en el sobre, pero nuevamente queda
demostrado que los trabajadores de los correos latinoamericanos son amigos de
lo ajeno. Si de todos modos requieres algunos fondos, te podríamos enviar uno o
dos Eduardos Becharas, que son bastante adiestrables para oficios diversos,
solamente deberás aguantar su predisposición a recitar poesía a cualquier hora
del día, o de la noche. También es posible que los puedas vender por partes
como donadores de órganos.
Te mando un fuerte abrazo y espero
las cosas mejoren, bueno acá por lo menos preparan unos fabulosos Mai Tai de
ron blanco con los que he conseguido olvidarme un poco de las preocupaciones.
Dr. Yuri Sorianovic-Galvarrov
Temuco, 15 de
Octubre de 2013
Estimado Yuri:
Ante la
velada amenaza de tu última carta me vi obligado a actuar. Pensé que la mejor
manera de ubicar a los Bechara era conseguir gente especializada en el tema,
así que contraté dos críticos literarios y tres académicos especializados en la
investigación de las nuevas formas que aparecen en la literatura. Les di,
someramente, los datos que me enviaste y de inmediato partieron entusiasmados a
buscar a cuanto Bechara pudieran encontrar. Ni siquiera cobraron honorarios,
trabajaron únicamente por el prestigio y vaya que trabajaron bien. Antes de quince días me tenían aquí 29
Becharas y me aseguraron que esa era la cantidad total que había en el
territorio. Les creo. Tengo a los 29 en el corralón municipal, recitándose
entre ellos, al parecer muy entretenidos.
El problema es
qué hago con ellos ahora. Se me ocurrió que podríamos enviarlos a la Patagonia
donde Óscar B. Bradasic que sí sabría qué hacer con ellos. Enviarlos a trabajar
en la esquila o hacerlos mariscar en las gélidas aguas del Estrecho de
Magallanes. En todo caso, la definición final es tuya. Yo podría alquilar
algunos camiones de Brinks para enviarlos por tierra hasta Punta Arenas.
Por los gastos, y por mis
honorarios, no te preocupes. Aunque no vivo a cuerpo de rey como tú en las
Islas Vírgenes, no tengo grandes necesidades y he realizado esta labor nada más
que como un gesto humanitario, a la vez que como compensación por haberme
prestado en esos tiempos a colaborar en un proyecto tan descabellado como
peligroso.
Quedo a la espera de tu
respuesta.
Guido Eythelinovic
Jamaica, 30 de
octubre de 2013
No sé cómo
pudiste caer tan bajo y trabajar con críticos literarios, imagino que fue una
experiencia espantosa, pero te agradezco tu buena intención, sin embargo como
te explicaré creo que fue un sacrificio inútil.
Respecto a tu
intención de enviar a los 29 Becharas que tú tienes a Punta Arenas, a cargo del
profesor Oscar B. Bradasic, en otras circunstancias hubiese sido la solución,
pues es ampliamente conocido el trabajo del profesor Bradasic en la etología
humana, su famoso método para templar el espíritu de pacientes pusilánimes mediante
la exposición al viento se enseña en muchas facultades y prostíbulos de Europa.
Además el profesor Bradasic, junto con su amigo el boxeador Pavel “hígado de
piedra” Oyarzún, son excelentes
anfitriones de grupos que viajan a terapia por esas tierras australes. Sin
embargo, creo que ya está todo perdido. Se han reportado Eduardos Bechara en
muchos lugares alrededor de todo el mundo, siempre vinculados a actividades
poéticas y, lo que es peor, han sumado a muchísimas personas en su
esquizofrénica labor. Suelta a esos pobres Eduardos Becharas que tienes
confinados y que sigan en lo suyo.
Ayer por la
mañana le abrí la puerta al lechero quien con las botellas de leche en la mano
me espetó “Al toque de diana ya amaneció en la memoria de la ordeña, el candor
melancólico de las ubres, como si en su “seno” cada día se descubriera un
antibiótico, un remedio para la vaca loca, pero una vaca no es sólo una vaca,
es la vía láctea en estas botellas, blanca, como el fantasma del hambre que
espantan”. Hoy después del almuerzo llamé a mi contador quien en vez de
reportarme las ganancias del día disertó: “Poderoso caballero es don dinero
¿Pero qué es un dólar cuando el mundo tira para abajo? Imagina a los
dinosaurios en la cama, cuando despiertes y todavía estén ahí. ¿Acaso no es el
único placer de don dinero, cómo el vino o el sexo, gastarlo en amaneceres de
juerga? Hoy deposité todas tus ganancias a los pobres de espíritu y a los
pobres a secas”
Estamos siendo
inundados por los cuatro costados por poesía, como un ejército incontrolable de
zombis, hordas de poetas avanzan blandiendo palabras, botellas de vino y
metáforas. Creo que es el fin de la civilización tal cual la conocemos. Esta
será la última vez que te escribo, querido Guido, mientras el sol, una esfera
roja en el ocaso,
en el paisaje,
abusa de nuestra
melancolía,
como si no
supiéramos que es una estrella,
de esas miles de
millones
que cada día
nacen y mueren
en el universo
infinito y malogrado que nos develó,
el accidente del primate,
la magia de las palabras.
Yuri
Sorianovic-Galvarrov