viernes, junio 20, 2008

Sobre extraterrestres y religión


“Se puede creer en Dios y en extraterrestres”, la afirmación proviene del argentino José Gabriel Funes, que no es representante de la Iglesia Maradoniana, sino el director del Observatorio Astronómico del Vaticano. Funes el religioso, es un astrónomo y sacerdote Jesuita de cuarenta y cinco años, que entre varias declaraciones, a título personal supongo, asegura que ante la inmensidad del espacio formado por mil millones de galaxias cada una con mil millones de estrellas, la vida puede también florecer en otros planetas (como una muestra de la inmensidad de dios y su libertad creadora, por supuesto) y que esas criaturas serían nuestros hermanos, consultado si estos hermanos serían también favorecidos por la redención, Funes manifiesta que Jesús se encarnó una vez por todas, que es un evento único e irrepetible, patrimonio sólo de nosotros, aunque está seguro esos eventuales seres también gozarían (¿alguna otra encarnación mediante?), de la infinita misericordia de dios. Aunque Funes es cauteloso en sus afirmaciones, lo realmente novedoso, es que introduce la duda, la posibilidad de que no todo sea como el dogma católico ha pretendido imponer por siglos. Como buen astrónomo debe causarle al menos algo de rubor, que la misma iglesia sostenedora de su observatorio, fue la que condenó a Galileo (padre de la astronomía moderna) por afirmar que la tierra no era el centro del universo, y que recién en 1992 (casi 400 años después), reconoció tímidamente, que tenía razón. El fanatismo religioso es una enfermedad que llevamos en nuestros genes, y no es privativo de la religión católica, basta sólo mirar las ruindades del fundamentalismo islámico o un poco más atrás los sacrificios humanos de los Aztecas, entre muchos ejemplos. Se han matado más personas a nombre de dioses en la historia de la humanidad que por cuenta de cualquier demonio. Pero concentrándonos en la Iglesia Católica y en nuestro continente, específicamente en las jerarquías eclesiásticas, ellas han sido un paradigma del dogmatismo y la inflexibilidad lo que les ha valido no pocas discrepancias incluso dentro de sus filas.
Hasta muy poco circulaba por el balneario Pelluco (barrio de Puerto Montt donde vivo), Fray Domingo, cura encargado de la capilla, que tuvo la mala ocurrencia de contradecir a sus superiores, quienes intentaban bajarle el perfil a los ribetes homosexuales del asesinato del cura Picardo, conocido y querido sacerdote, rector de un liceo puertomontino. Él fue a declarar a favor de uno de los inculpados y habló con los medios, lo que le valió la pérdida de su ministerio sacerdotal y su capilla, además de ser excomulgado en un fugaz proceso. Fray Domingo, dijo que le habían usurpado su fuente laboral, que no sabía trabajar en nada más y se construyo una iglesia en Piedra Azul que rebosa de fieles cuando oficia misa. Ha declarado que las jerarquías eclesiásticas están lejos del pueblo, que el papa debería vender sus joyas para ayudar a los pobres, y que incluso está disponible para encabezar una rebelión armada, aunque no aclara muy bien contra quien ni por qué razones, además todo ello lo dice mientras come un milcao. El caso es algo freak (casi como un extraterrestre), sin duda, pero asombra que tanta gente crea en él y lo apoye en su lucha contra el establishment católico.
Cada vez es más evidente la discordancia de la Iglesia con sus feligreses, decisiones absurdas, fanáticas, retrogradas, como oponerse al divorcio o prohibir la píldora del día después, son las que contribuyen a ello. Por eso me quedo con los curas jesuitas que formaron misiones en la Amazonia salvando a los indígenas (lo que le valió a muchos correr la suerte del hacha), con los clérigos de la teología de la liberación, con los sacerdotes que denunciaron y sufrieron las iniquidades de las dictaduras en décadas pasadas, con el cura Poeta Ernesto Cardenal. Y con Fernando Lugo por supuesto, ex obispo, de quien se dice que fue conminado por sus superiores a elegir entre ser religioso y la política, y hoy da más esperanzas a su pueblo que toda la iglesia junta, por ser el presidente recién electo en Paraguay.
Latinoamerica es un continente católico, ancestralmente golpeado por flagelos que parecen sacados del apocalipsis, la gente quiere creer en dios y no sé si le interesa creer en extraterrestres, lo claro es que le agobian los problemas mundanos y está decidida en este nuevo siglo, de la mano de dirigentes progresistas, a intentar conquistar el futuro ¿Estará su iglesia preparada para ayudarlos?
Cierro esta nota recordando aquella famosa frase de Voltaire “La duda no es una condición placentera pero la certeza es absurda” y pienso que quizás los astrónomos del Vaticano, cuando miran hacia arriba por sus telescopios, a instancias del papa o más bien a escondidas de él, se preguntan: ¿padre por qué tanta injusticia en el mundo? Y sólo ven millones de estrellas.